Muchas veces los pacientes manifiestan mejoría con la medicina china y, en un intento de racionalizar su eficacia, hacen alusión al “efecto placebo” o a la sugestión de lo que les puedo decir. Mi respuesta es siempre la misma: “yo no llevo bata blanca por casualidad”. Sin duda el efecto placebo forma parte del proceso curativo y para mí entra dentro de las variables . No importa qué o quién ha logrado la mejora. Lo importante es que la haya.

El proceso del placebo es el siguiente: Si crees,  te curarás.  Tu cabeza tiene ese poder.

Un estudio de la facultad Medica de Baylor publicado el 2002 en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine evaluó la eficacia de la cirugía en pacientes con dolores graves de rodilla. El autor principal del estudio, el Dr. Bruce Moseley quería saber qué parte de la cirugía provocaba la mejora de sus pacientes. En un grupo rebajó el cartílago dañado. En el otro, limpió la articulación para eliminar el material que pudiera causar la respuesta inflamatoria. En el tercer grupo realizaba una “falsa” intervención donde realizaba las incisiones, hablaba y actuaba como solía hacerlo en las intervenciones quirúrgicas e incluso metía las manos en suero para imitar el ruido producido al limpiar la articulación. En los tres grupos se les administraron los mismos cuidados postoperatorios, que incluían un programa de ejercicios. Los resultados fueron sorprendentes: Los tres grupos mejoraron tal y como cabía esperar, incluso el grupo placebo. El  pobre Dr. Moseley tuvo que admitir que su “habilidad como cirujano no supuso beneficio alguno en esos pacientes. Cualquier posible beneficio de la cirugía para la osteoartritis de rodilla se debió al efecto placebo”.

Imaginad lo que la industria farmacéutica puede hacer con esta información. En 2002, en un artículo de la revista Prevention and Treatment de la Asociación Psicológica Norteamericana titulado Las nuevas drogas del emperador, el profesor de Psicología de la Universidad de Connecticut, Irving Kirsch, reveló que el 80% de los efectos de los antidepresivos descubiertos en los ensayos clínicos podían atribuirse al efecto placebo. ¡El 80%! De hecho, las farmacéuticas son conocedoras de este poder y lo usan para diseñar, no sólo el color, tamaño y densidad de la pastilla, sino también la cantidad a ingerir. Al parecer dos pastillas generan más efecto placebo que una.

Hoy se sabe que la reputación del terapeuta y la confianza en sus capacidades influyen en la aparición del efecto placebo. Un terapeuta humano, afable y empático, producirá un placebo aún más pronunciado. Por tanto, al Dr. Moseley le diría que parte de la mejora de sus pacientes con dolencias de rodilla se curaron porque creyeron en él. Quizás no tenía que ver con su habilidad con las manos pero si con su calidad como médico y ser humano.