El primer confinamiento nos pilló a todos por sorpresa, no sabíamos qué esperar ni qué hacer. De desataron diversas conductas compulsivas empujadas por el miedo a lo desconocido. Mejor que no nos pille sin papel de water, verdad? Todos recordamos esas escenas.
Por absurdo que parezca, son reacciones normales impulsadas por el miedo a lo desconocido. Es un intento de minimizar los daños de lo que me imagino que puede pasar, impulsado por la conducta de imitación: “si los demás lo hacen, será por algo; lo haremos por si acaso”.
En esta segunda oleada, ya somos “perro viejo”. Ya hemos vivido un confinamiento, y ya sabemos lo que es. La salud mental ha salido a la palestra como nunca. Ha sido siempre la gran olvidad y ahora vemos que es tan importante como la física. Por ello, no es solo importante lograr acondicionar la casa para estar bien físicamente, sino también psicológicamente: “Lo más importante es procurar mantener elequilibrio psicológico y recordar la importancia de asumir y aceptar nuestras emociones. Es decir, si estamos mal lo aceptamos, pero no nos quedamos ahí, sino que vamos a buscar la solución, un plan para evitar las emociones negativas”, explica la tutora del Máster Internacional en Psicología de Catástrofes, crisis y emergencias del Instituto HES, Irene Solano.
Lo importante de una dolencia psicológica es igual que una física: si me duele algo, no hago como si nada y sigo. Normalmente intentamos solucionarlo, mínimo con reposo. Con lo mental pasa igual. Debemos aceptar que hay una “dolencia” y, si podemos, expresarla, compartirla, escribirla… sacarla para hacerla más llevadera.
Además, es importante analizar qué es lo que nos hace sentir mal y, si está en nuestra mano cambiar algo para estar mejor, cambiarlo. Hay que actuar como haríamos la ir a por el paracetamol si vemos que con el reposo el dolor físico no se ha ido.
Usemos la experiencia para aprender y mejorar. Y si lo necesitas, ponte en manos de un profesional que te oriente para encontrate mejor, como harías con una dolencia física.