Recientes estudios han demostrado que la micro biótica intestinal también participa en la comunicación entre intestino y nuestro cerebro, puedo incluso hasta influir. Los estudios más recientes se centran en averiguar la influencia que podría tener un desequilibrio de la Macrobiótica intestinal con algunos trastornos psíquicos como el estrés, la depresión, o incluso enfermedades degenerativas como el Alzheimer o el Párkinson.
El 95% de la serotonina se produce en el intestino, un neurotransmisor que regula funciones como el humor o el comportamiento. De hecho, estudios con ratones han demostrado que aquellos axénicos (sin microbiota intestinal) tienen una hipersensibilidad al estrés, además de tener una mayor concentración en sangre de una hormona ligada al estrés, la corticosterona. Aumentando la microbiota, suministrando probioticos, permitía atenuar dicha hormona. Y resultados similares se han presentado con síntomas depresivos.
Estos estudios también se han examinado en humanos y la composición intestinal jugaba un papel importante con la depresión. Así mismo, en un estudio americano demostró que un grupo de mujeres, consumiendo lácteos enriquecidos con probióticos, concedían menos atención a estímulos emocionales negativos, como miedo o ansiedad.
Estos estudios solo demuestran la importancia de una buena alimentación, de cuidar bien a nuestro organismo desde una visión completa. Siempre os hablo de tener una visión holística de vuestros síntomas y no quedarnos solo con el aspecto psicológico de sufrir ansiedad. Hay que estar dispuesto a realizar cambios globales para gestionarla con éxito y la alimentación juega un papel importantísimo. No sólo por mantener el equilibrio y buen funcionamiento de nuestro cuerpo, sino que también es nuestra gasolina. No debemos darle lo que nos apetece o nos gusta más, sino lo que necesita. Y alimentos que no necesita, son aquellos que actúan o agotan aún más a los órganos implicados en la activación e procesos de estrés, como el corazón, los pulmones, el estómago o el hígado.
Dentro de que esto son generalidades, aquí os dejo una lista de alimentos que deberíais evitar:
1. Azúcares añadidos o alimentos envasados o procesados (uno de los conservantes más comunes es el azúcar).El azúcar es un potente combustible de gestión rápida. A veces es muy útil pero en situaciones normales, nos perjudica frente al estrés. No necesitamos más activación, sino todo lo contrario.
2. Grasas animales. El hígado regula la mayoría de los niveles de sustancias químicas de la sangre, separa sus componentes, los equilibra y crea los nutrientes. Además descompone y depura los medicamentos para que sean más fáciles de usar para el cuerpo – de ahí que muchos medicamentos lo puedan dañar- . Unas de sus funciones es la producción de colesterol y proteínas especiales para ayudar a transportar las grasas. En el proceso de estrés, el hígado juega un papel importante y añadir alimentos como las grasas animales, alcohol o medicamentos lo agotan aún más.
3. Cafeína o teína. Aunque las bebidas calientes son muy reconfortantes para el estómago, especialmente después de comer, facilitando la digestión, sería conveniente elegir bebidas que no estimulen más al sistema nervioso. Muchas veces el cansancio que tenemos es por esa hiperactividad constante y por no darle al cuerpo la gasolina que necesita. Cuando nos alimentamos y descansamos bien, no necesitamos estimulantes para funcionar. Plantéate que hábitos tienes y que eliges ingerir.
4. Sal. Retiene líquidos, aumenta la tensión arterial y perjudica también al hígado. Cuanta menos sal, mejor.
Si te interesa este tema, házmelo saber y trato de aportar más información sobre la alimentación y nuestra salud mental.